domingo, 17 de febrero de 2008

¿Suerte?

25 mayo

¿Suerte?

¡Por fin! La segunda entrada de esta categoría, que ganas tenía.
Hoy me ha pasado algo.
Después de una semana programando, por fin hemos terminado una de las cosas que tenía que hacer. Ya era tarde, y llovía, pero me sentía eufórico. Bueno, más que eufórico exultante. Tan contento estaba que ni siquiera me puse el mp3. Pensé que quería disfrutar de esa tarde fría y lluviosa. No quería distracciones. Me sentía bien por primera vez después de una semana agobiante.
En una parada se bajó gente y decidí sentarme, que es algo que no suelo hacer, sobre todo después de pasarme el día en una silla. Pero me senté. Algo captó mi atención. Había algo negro en el suelo. Pensé que se le habría caído antes, quizá a alguien que se había bajado en esa parada. Tal vez si lo cogía, le decía al conductor que me abriese la puerta y corría un poco bajo la lluvia hubiera podido encontrar al dueño. Debía ser una señora, pero no me fijé mucho. Deseche la idea. Estaba cansado y llovía.
Pero pronto me sentí culpable. Me fijé mejor. ¿Que era eso? ¿Un guante? ¿Una funda de paragüas? ¿Un monedero? No importaba. Me dije que la curiosidad no era algo propio de mí. Pero algo brillaba. Una cremallera. Entonces era un monedero. Entonces me sentí más culpable. Tendría que haber hecho lo que había pensado. Tal vez lo hubiera podido devolver. Decidí cogerlo. Me levanté y lo cogí. Era un monedero. Pregunté a la gente. Nadie sabía nada.
Fui entonces al conductor. Le dije que me lo había encontrado. Me respondió que él se haría cargo sólo si le daba el DNI. Entonces me asusté. Parecía que me acusaba de algo. Encima que iba con mi buena intención. Me dijo que se podía meter en un lío. Era mejor que me lo quedase. Si quería podía dárselo a alguien, pero sin una dirección no había forma de encontrar a su dueño.
Lo abrí. Algo de dinero, muchas monedas. Y un cristal de cuarzo. Me pregunté por qué estaría eso ahí. ¿Una piedra de la suerte? Pues no le había traido mucha. ¿Un recuerdo? Probablemente. ¿Para que abultase más? Quién sabe...
Bueno, había ganado dinero, pero me sentía mal, muy mal. Culpable. Parte de la educación que recibí se basa en la culpabilidad. Es un buen tema a desarrollar. Creo que ya he hablado de ello alguna vez. El caso es que de pronto me sentía culpable. Toda la alegría que sentía se esfumó de golpe. No podía dejar de pensar en el que había perdido el dinero. Mi único consuelo es que no era mucho. Aunque tal vez la piedra tenía valor para esa persona. Pero ya nada podía hacer.
Ha sido suerte que lo encontrase. Buena o mala no lo sé. Para quien lo ha perdido mala, eso seguro. Hablando de suerte. Tenía un billete de lotería. Si llega a estar premiado me hubiera muerto. Debo haber sido la primera persona que no quería que le tocase la lotería. Bueno, me tocó el reintegro...
Ojalá nunca lo hubiera visto. Ojalá no me hubiera sentado.
Tendré que gastarme el dinero rápido para que se me pase...
"El protagonista de nuestra historia trabajaba en una caja de ahorros de Madrid (de la cual no voy a decir el nombre para no hacer publicidad). Un día desaparecieron 100 millones de pesetas. Al día siguiente desapareció el protagonista de nuestra historia.
Los dueños sumaron dos y dos y dijeron :
"Aquí hay relación. ¡Bah! Que se lo gaste en medicinas..."
Faemino Y Cansado
Siempre perdiendo
34.98

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