domingo, 17 de febrero de 2008

Extrañeza

Extrañeza

Todos somos extraños en un mundo que no conocemos.
Piensa. Siente. Olvídalo todo y empieza otra vez. Descúbrelo todo.
Recuerda que somos los ríos que al morir van a dar a la mar. Y entonces no seremos nada. Nada. ¿Cómo es estar muerto? No es.
¿No es genial estar vivo? Pero porqué? y ¿cómo? Pensad como sería el mundo sin vosotros. O mejor, pensad como serías vosotros sin el mundo. Nada. Pensad en la nada.
Nada.
Si conseguís replantearos hasta a vosotros mismos entonces podreís empezar de nuevo, sólo durante un tiempo. Hasta que lo recordamos todo otra vez. Proyectaros hacia afuera. Después sentireís la extrañeza. ¿Qué es todo esto? Primero os encontrareís con vosotros mismos.
Y allí estás. La oscuridad te rodea, te aprisiona en un negro abrazo. Despiertas y estás solo. Pero no lo puedes saber, pues los demás no existen. De hecho ni siquiera existes tú. Y entonces ves algo. Una mano. Se mueve hacia los lados y sus dedos se flexionan. Y se paran. Y se flexionan si ti quieres que lo hagan. Es tu mano. Es lo que más eres. Las manos. ¿Las ves?. Mueves tu mano hacia el frío cristal, húmedo por la lluvia. Pero tu no lo sabes. No sabes que es eso. Te acabas de dar cuenta de que existes
Y tu mano se detiene contra el cristal. Intentas que avance y no puede. Lo intentas con más ahínco. No se puede. El cristal no te deja. Dos objetos sólidos se repelen. No se atraviesan. Ni aunque sean verdes. Y lo notas en tu mano, "está frío". Es duro y liso, tu mano resbala, por las gotas como de rocío que cubren el cristal. Y te estás mojando. "Es la lluvia" piensa tu cerebro. Pero no sabes qué es la lluvia. "Agua que cae del cielo". ¿Pero qué es el agua? "Un líquido" ¿Y qué es eso?. "Déjalo". Notas que tu cara está fría. Gotas finas te duchan suavemente. Sientes cómo tu pelo se moja y tus ropas se empapan, beben del líquido. "Esto debe ser estar vivo", piensas. Ya eres uno con tu cerebro. Te has terminado de descubrir.
Y entonces reparas en el mundo. Seguramente nunca lo hayas observado detenidamente, pero ahí está. Todo es extraño. Hay muros, suelo, mobiliario. La línea recta domina los alrededores. Todo es muy familiar, pero si te fijas en todo, todo es muy extraño. Hay vehículos delante tuyo. Pasan sin parar. No parece que hagan nada más, sólo pasan. Me preguntó porqué existirán. Y me pregunto por qué existirán el suelo, los árboles que veo, las plantas que lo rodean, el cristal y las cosas que pasan. Me pregunto por qué existiré yo.
Y una cosa grande se para y se abre. Mecánicamente entras. Allí hay otras personas. Hay otros. Fíjate en sus caras. Todos son distintos, pero se parecen mucho. Dos ojos, dos piernas, dos brazos, pelo, ropa. Pero cada una de esas cosas es distinta. Y cada persona es distinta. Imagina que eres de otro mundo y que los observas como un biólogo extraterrestre o como un niño mira un hormiguero. Todos se mueven, van de acá para allá. Que extraño. Me pregunto a dónde irán. Me pregunto por qué quieren ir a donde sea que vayan. Me pregunto por qué querrán eso. Supongo que cada uno quiere algo. Probablemente cada uno quiera una cosa diferente. No sé por qué quieren lo que quieren. Te das cuenta de que cada uno de ellos es distinto. Todos quieren algo. Todos son unidades de pensamiento, como tú. Ya no estás solo.
Y de repente te das cuenta de que eres como ellos y ellos son como tú. Entonces tú también debes de querer algo. Debes estar yendo a algún sitio. "Vamos a casa" te dice tu cerebro. Y usa el plural porque estás muy desconcertado. Ya sabes a dónde vas. Ya sabes lo que quieres. Pero, ¿Por qué lo quieres? ¿Para descansar? ¿Y después que harás? Me pregunto si descansar se termina. Me pregunto que querré hacer después. Me pregunto por qué querre hacer eso después.
Y al final te das cuenta de que no sabes lo que quieres, no sabes por qué vives, no sabes para qué vives. Eres un autómata en tu mundo robot. Eres un engranaje de la máquina que gira sin saber muy bien por qué. Simplemente sigues. Pero no sabés por qué. Y estás vivo. Y estarás muerto. Y en el medio no sabes que habrás hecho. Ni por qué ni para qué. ¿Qué quieres?
Vamonos a casa, allí se está caliente y seco y ni la oscuridad de la noche ni la lluvia podrán hacerme sentir extraño.
Soy yo y vivo.

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