martes, 20 de octubre de 2009

lunes, 19 de octubre de 2009

1000 km




Ya llevo más de 1000km con el coche. Y tengo una sensación extraña. Tengo la sensación de que no lo he disfrutado en absoluto. Quizá es que hasta ahora he ido siempre muy tenso conduciendo. Quizá es que ahora que voy más tranquilo tengo que sufrir insufribles atascos. Es posible. Pero tengo la sensación de que todo va demasiado deprisa. No sé muy bien cómo se disfruta un coche, parece tonto quedarse sentado dentro un rato. Además eso ya lo he hecho. No sé por qué, pero todavía me cuesta pensar en el coche como mío.

Creo que ya empiezo a vislumbrar lo que me inquieta. Desde que lo compré todo a ido muy rápido. Coge el coche, ve aquí, ve allí, quédate en la oficina 10 horas, vuelve a casa, cena acuéstate. Ve aquí, ve allí, sigue. Compra esto saluda a aquél, visita a ese, sigue. No he interiorizado el coche. No conozco todos sus pequeños detalles y he tardado mucho en conocerlo un poco. Pero el problema fundamental es que no me he parado a pensar. No he llegado a pensar "tengo coche".

Tengo coche, ¿no te parece increíble? A mí sí. Parecía que era algo que nunca llegaría, tras tantos años de carné sin que me dejasen ningún coche, tanto tiempo sin practicar, tanto tiempo siendo llevado por otros que sí lo tenían. Pero ahora tengo coche. Y es mío. Y es mío porque lo he pagado yo. Casi más sorprendente que tener un coche es el hecho de habérselo podido comprar. Parece que fue ayer cuando nos compramos un videojuego a base de sisar las 5 ó 10 ó 25 pesetas de las vueltas del periódico o del pan. Parece que fue ayer cuando nuestra paga era de 100 pesetas para comprar chuches. Parece que fue ayer cuando encontrar un billete de 1000 llevado por el viento era como encontrar el tesoro de el dorado.

Pero ya tengo coche. O quizá él me tiene a mí. Me lleva a los sitios, pero hay que darle de comer, pagarle un techo, pagarle un seguro, tenerlo limpio y puesto a punto. Siempre preocupado por él, siempre vigilante. Y ni siquiera es una persona.

Aunque por otro lado te permite ir a muchos sitios en menos tiempo (no en mucho menos tiempo). Y mientras conduzco sólo puedo pensar en conducir. Pero para ser justos, en autobús tampoco pensaba mucho. Tampoco leía, porque me mareaba y escribía poco, porque era incómodo y también me mareaba. Así que en el fondo me hace ganar algo de tiempo. Y aunque sólo sea una hora al día, una hora, por unos 230 días de trabajo son muchas horas. Muchas. No todo iba a ser malo. ¿Si no, para qué comprarse un coche?

¿Para qué comprarse un coche? Además de para contaminar, añadir al tráfico otro coche más, otro que busca donde aparcar, para añadir otra bocina y otras ruedas. Además de para terminar de sumergirse en la máquina. En este sistema que te absorbe y te empuja cuesta abajo y sin frenos. No lo sé muy bien. Pero es mío. Está ahí para lo que lo necesite. Y me podría llevar a muchos sitios. Sin comprar billete. De hecho podría, podría cogerlo e irme. Irme por ahí, a dar un voltio por Europa. Por supuesto no es algo que vaya a hacer, pero podría. Podría.

También hay que saber parar, cada 1000 kilómetros aunque sea. Parar y pensar en esos últimos kilómetros que has hecho. Para coger fuerzas para los siguientes. Para saber cuánto llevas. Para que no parezca todo siempre el mismo paisaje repetido. Para saborear y disfrutar, aunque sea de cuando en cuando, el camino recorrido.


ummmmmmmm........


¡Ostras, tengo coche!

Again, and again the post of every year

 Aunque el blog esté cuasi abandonado, creo que merece la pena hacer el post de todos los años. Al menos uno, que luego siempre es interesan...