domingo, 14 de septiembre de 2008

Fall is Raising

     Summer is gone. Fall is rising. Qué estupendo juego de palabras. Lo siento, pero tenía que hacerlo.
¿Cuatro entradas en un día? Quizá sean demasiadas, pero llevaban mucho tiempo pendientes. Debido a la sobrecarga, puede que me quede más floja, pero esta entrada ha de ser escrita hoy.

      Hoy acaba el verano. No, ya sé que no es equinocio todavía, pero hoy cierran la piscina. Durante muchos años este evento es el que marcaba el inicio del nuevo curso, el fin de las vacaciones. Aunque muchas veces nos lo perdimos por estar en la playa, los últimos años ha sido así regularmente. Bajábamos todos los amigos a la piscina, normalmente con el beneplácito del socorrista y de los progenitores, con el sano propósito de armarla gorda en la piscina.

      Cada año era parecido, de hecho, tenía más gracia cuando no estaban tan preestablecidos como los últimos años, cuando eran más espontáneos. Pero la idea era simple; todo al agua. Camisetas, zapatillas y toallas, sillas y sombrilla, incluso la mesa del socorrista acababa en el agua. También había que tirarse con ropa y lanzar al agua a todo aquel que presentase resistencia. Sin piedad. Todo, además, grabado y documentado.

      Pero este año no. Ya tocaba dar paso a la siguiente generación. Aunque la siguiente no ha venido, y han sido los críos los que han montado follón. No creo que se hayan puesto a tirar cosas al agua. Pero bueno, no pasa nada, toca crecer.

      En realidad lo malo es que este año tenía muchas expectativas puestas en la piscina, y casi no hemos bajado. Casi siempre he bajado solo a nadar. Y es una pena.

      Pero bueno, así es como debe ser. Ahora toca Otoño,

Objetos Perdidos

      Seguro que todo el mundo recuerda alguna sección de objetos perdidos. Probablemente podría decir que son salas mágicas, llenas de encanto, en la que se reunen una miríada de objetos de procedencias desconocidas, todos ellos rodeados de misterio. Podría decirlo, y me sentiría un poco más cerca de mi parte lírica, esa que se regodea en grandes palabras como "miríada" o "regodear", y en metáforas oníricas y sin sentido. Podría hacerlo y quizá me ganase a alguno de mis (cuatro) lectores. Podría, pero estaría mintiendo.

      Cuando pienso en objetos perdidos me acuerdo de aquella sección que estaba debajo de las últimas escaleras del colegio. No lo recuerdo exactamente, pero sé que en un principio no tenían puerta. Recuerdo aquella sala, con un cubo de basura lleno de partes de equipaciones de educación física del colegio, y poca cosa más. Quizá algún cuaderno, algún estuche o algún juguete pero eso no lo puedo recordar. Lo único que recuerdo es la sensación de angustia de perder algo y tener que bajar a objetos perdidos a buscarlo. Nunca estaba. Removías todo lo que había allí y nunca nada. Nada.

      Yo creo que me han marcado bastante un par de cosas que extravié cuando era pequeño. Una fue una mochila de Nintendo que perdí, yo creo, en primero de primaria. Hace tanto de eso que casi dudo de que existiera. Otra cosa que perdí fueron todos los libros de un curso. Quizá sexto de primaria. Me los traía a casa los últimos días de clase y desapareció la bolsa. La recuerdo perfectamente. Era de "El horno de Mamá Tina, una tienda de comida para llevar que había en la Vaguada. No podía ni oír hablar de ella. Nunca me he alegrado tanto de que cerraran algo.

      También recuerdo la sensación de culpabilidad de coger alguna parte de equipo de gimnasia que no era mía para sustituir la que había perdido. No olvidaré aquella chaqueta que cogí que sería un par de tallas más grande que la mía.

      Aunque la verdad es que una vez encontré algo. Bajé a objetos perdidos porque iban a tirar todo lo que quedaba en objetos perdidos para ponerle una puerta y dejarlo arreglado. Fui sólo por si acaso. Debía estar en la ESO, quizá en 3º. Eché una ojeada y vi algo en el suelo. Encontré un llavero. Era un dibujo de un bolígrafo. Estaba muy viejo y rayado. No sé por qué, pero lo ví y supe que era mío. No recordaba que existiese, pero era del estuche que me acompañó hasta 6º de primaria. Lo había perdido en 1º. Fue muy raro. Otra cosa extraña es que ahora mismo no sea capaz de encontrarlo. Me hace dudar hasta de mí mismo. No es propio de mí dejar escapar algo así, algo que he encontrado después de tanto tiempo.

      Otra cosa que dejé escapar fue el tablero de chapas de mi padre. Mis padres han tirado muy pocas cosas en su vida, y eso hace que me duela más haberlo perdido. Lo único que han tirado ha sido el tablero en cuestión y los apuntes de primaria míos y de mi hermano. El tablero era de , aproximadamente, 90x120 cm. Mi padre lo había pintado de verde y puesto las líneas de un campo de fútbol para jugar a las chapas en él. Era algo que había hecho de pequeño y estaba muy bien. Mi hermano y yo también jugamos en él. Era genial. Además ahora me valdría para jugar al Warhammer. Pero lo perdí. Pude haberlo salvado dos veces. Pero no lo hice.

      Me da pena. Pero no pasa nada. Las cosas hay que dejarlas marchar. No te puedes encariñar demasiado con las cosas materiales. Las cosas vienen y se van. Y quizá un día lo pierdas todo.

      De todos modos, si existiese un sitio donde se guardasen todas las cosas que has perdido, y te dejasen llevarte una, sé que no cogería el tablero.

Mr. Feynmann ó Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes

Richard P. Feynmann, premio Nobel de física, parte del proyecto Manhattan, es obvio que fue un gran físico. Pero también fue una persona con una gran personalidad, no dejaba nunca de expresar su opinión ni de embarcarse en aventuras disparatadas. Tenía otra caracteríastica reseñable y era que cuando decidía hacer algo lo hacía, y le dedicaba todo el esfuerzo que podía. Si se proponía tocar los bongos, aprendía, e incluso llegaba a formar parte de una compañía. Si aprendía a pintar montaba una exposición. Si quería aprender portugués se iba a Brasil. Todo ello con mayor o menor éxito, aunque normalmente acababa sus proyectos y no salían mal.


Tengo un amigo que tiene esa misma cualidad. Cuando se propone algo lo hace, y le dedica el esfuerzo que se merece y es constante, y lo hace bien. Si decide jugar a un juego de cartas, se presenta a torneos (y gana algunos). Si decide aprender a pintar miniaturas, lo hace y lo hace muy bien, hasta llegar a niveles muy altos, a nivel mundial, ganar trofeos y de todo.


Yo en cambio... soy de lo más inconstante que conozco. Suelo empezar con ganas, pero poco a poco se pasan y olvido lo que me había propuesto. Suelo dejar las cosas a medias y nunca he destacado en nada de lo que he hecho, aunque tampoco es que me haya esforzado sobremanera en conseguirlo. Nunca he tenido grandes aspiraciones, pero, por ejemplo, me gusta escribir. Pero no lo hago mucho, ni intento mejorar. Simplemente suelto lo que se me pasa por la cabeza y luego me olvido. También podría haber intentado hacer cortos, como aquello del cáliz que salió una vez, pero años después sólo tenemos pequeñas partes de cortos olvidados.

Debería haberme esforzado en cosas más relacionadas con mi profesión. Podría haber intentado programar mejor, ampliar los lenguajes que conozco, estar al dia de las novedades del mundillo, ya que parece que es algo que se me da relativamente bien. Pero tampoco lo hago. No sigo las evoluciones de la tecnología, no intento atender a mi campo. Mi hermano conoce las noticias del mundo de la física, las sigue dia a dia. Yo en cambio me desentiendo. Me olvido de ello, porque, al fin y al cabo, es trabajo, y el trabajo no es divertido.

¿A que le dedico mi tiempo y mi esfuerzo, entonces? A pocas cosas. ¿Muñecos? Sí, pero poco. Los pinto, pero no los termino. Y tampoco pinto bien. No me esfuerzo en mejorar. ¿Música? Sí, pero suele ser siempre las mismas cosas, excepto alguna cosa que me pasa un amigo. No me esfuerzo en buscar más música, en buscar discos que no conozca de la gente que me gusta, o en buscar gente que no conozca, aunque sean antiguos. Ni tampoco he empezado a adentrarme en otros géneros, como jazz o clásica. ¿Libros? Tampoco intento buscar libros buenos de verdad, simplemente me leo lo que cae en mis manos, y con poco entusiasmo. ¿Comics? Que va, siempre los mismos, una y otra vez. ¿Videojuegos? Nada nuevo. De hecho casi no he jugado este año. ¿Magic? Sí. La verdad es que los Drafts es una buena idea y todo. Tampoco intento tener grandes barajas, ni mejorar, pero no me preocupa demasiado.

¿Quizá es que no paro en casa y estoy siempre de fiesta o de viaje? Que va. Es cierto que desde que tengo novia ya casi no paso tardes en mi casa sin hacer nada, pero no hemos viajado (aunque esto va a cambiar). Y con los amigos... Con los cercanos quedo mucho, pero a los demás no les cuido, no les llamo, no les escribo... y de mis primos y familiares puedo no saber nada en meses. Aunque supongo que es más o menos normal en los chicos ser despreocupado.

Debe ser por mi forma de ser, así despistado y tranquilón (con sangre de horchata, dicen algunos), pero debería esforzarme más en las cosas que hago. Ser más atento, más organizado. Por ejemplo debería empezar por leerme al menos una vez las entradas antes de publicarlas. O quizá estructurar un poco los cuentos y darles varias pasadas, en vez de soltarlos y publicarlos como he hecho siempre. Que el dadaísmo está bien para pequeñas entradas espontáneas, pero las faltas de ortografía y de cohesión no se pueden permitir.


So des.

Wandering around

      As many histories told, a shady figure was wandering around in the darkness, entering in the shatters of its mind. As he walks to the grave he seemed to became smaller and smaller. He stood, stared, and then started to walk again.

      He was going nowhere. After all he walked he finally realized it. His search was meaningless, his effort, waste. So he stopped and felt lost. When he was walking he knew what was the next step. A right foot was followed by a left foot, which was followed by a right one, and so on, and so on.
But now? He was only wandering around, taking time the only way he knew. He felt out of touch with his feelings, and he was going nowhere, just following its fingers.

      Without routine he felt almost outside of the world, he began to lose contact with family and friends. He started to be a shade who patrols dark streets, running of the light.

      And when winters is coming walkers hibernate. If he could not walk he would have nothing to do. With nothing to do he will be lost, forgotten in the void. Now it was time for him to stop and think, and think carefully. Sometimes you have to sit and ask yourself.

      What can I do now?

jueves, 11 de septiembre de 2008

Calling to arms (part2)

 

 

      El martillo golpeaba el hierro candente con una melodía dura y monótona. El herrero Blacksmith golpeaba sin cesar, con una precisión transmitida de generación en generación, sin perder el ritmo en su música de metal. El sudor que cubría su cuerpo era tan parte de él como sus brazos o sus músculos de herrero. Con la mano izquierda volteaba, una y otra vez, lo que pronto se convertiría en una de sus mejores espadas. Como casi todos los artistas, sentía cada nuevo proyecto casi como un hijo, que crece, desde un basto trozo de hierro hasta ser una espada completa. Siempre sentía que podía mejorar sus creaciones, pero debía dejarlas por falta de tiempo y dedicarse a nuevos encargos. Casi le daba pena cuando venían a recogerlos, hasta que el brillo de las monedas de oro iluminaba de nuevo su espíritu, por supuesto.

 

    Alzó la espada, todavía incandescente, y la estudió con detenimiento. Dándose por satisfecho la sumergió en el cubo de agua, como apuñalándolo, y en un instante la habitación se llenó de vapor. Cuando se disipó, se secó el sudor de la frente y buscó la siguiente pieza en la que debía trabajar. Estaba afilando una lanza cuando un sonido reverberó por toda la estancia.

 

    Las campanas de la iglesia estaban doblando. En las poblaciones como aquellas, la iglesia es siempre el corazón del pueblo, y las campanas son su voz. Suenan monótonas cuando dan las horas, adormiladas cuando llaman a maitines, alegres en las fiestas y tristes en los funerales. Pero esta vez sonaban aterradas, desesperadas. Tocaban a rebato.

 

 

     Al oír las fuertes campanadas, hasta la última fibra del herrero se estremeció, aquello sólo podía significar una cosa.

 

- To arms! To arms! - Un muchacho corría por el pueblo, gritando como un loco. - To arms! We are under attack! Everybody to arms!

 

 

   El herrero se recompuso por fin. La situación era crítica, pues sabían de poblaciones vecinas que habían sido asaltadas por los bárbaros, y casi todos los hombres jóvenes se habían marchado a combatirlos. Cogió las pocas armas que no había vendido y salió a la calle para repartirlas entre cualquiera que pudiese levantarlas. Cuando se quiso dar cuenta no le quedaba ninguna para él. Desesperado volvió a la herrería y buscó algo con lo que defenderse. De pronto la vio, brillante, sobresaliendo del cubo de agua calma, la espada que acababa de forjar. No estaba terminada completamente, aunque en realidad las obras de arte nunca lo están. Cumpliría perfectamente con su función. La miró y le dijo a la espada:

 

- Ready or not here we go.

 

  Y enarbolándola como un estandarte de la defensa ciudadana salió corriendo y gritando :

 

-To arms!!!

 

 

 

 

 

 


Again, and again the post of every year

 Aunque el blog esté cuasi abandonado, creo que merece la pena hacer el post de todos los años. Al menos uno, que luego siempre es interesan...