sábado, 10 de octubre de 2020

Anchoas, jazz y filosofía

Cuando era pequeño mis padres a veces, muy de vez en cuando, pedían pizza posts cenar. Siempre pedían la misma pizza, la que llamaban napolitana, con anchoas, ¿jamón? y aceitunas negras. 




Los días de pizza solían ser domingos de invierno, cuando no apetecía salir y tampoco se podía ir lejos pues había clase al día siguiente. Eran tardes perezosas, en las que estábamos calentitos y cómodos en casa. A falta de chimenea, mi padre solía poner esos días música de jazz de fondo. La dejaba de fondo incluso con la narración del partido en la radio.

Cambiemos un poco de tercio para centrarnos en otra cosa que también formaba parte del paisaje de la vida cotidiana en casa de mis padres: la colección de libros de filosofía del mueble del salón. No sé de dónde habrá salido, pero es claro que era alguna colección por fascículos, porque eran un montón de volúmenes, a lo mejor 30, todos con el lomo igualito y que quedaba muy bien como decoración. No creo que mis padres se los leyeran, como mucho alguno suelto, pero claramente su función era otra.

¿Qué tienen qué ver estas tres cosas narradas con un muy tenue hilo conductor? Ahora lo veréis.

Nunca me gustaron las anchoas. Pero yo lo intentaba todas las veces. Y lo he seguido intentando. Cada vez que veía anchoas las probaba, dos o tres si podía. Pero no hay manera, no consigo que me gusten. Ya me he dado por vencido, y me conformo con las aceitunas negras, pero sé que lo volveré a intentar.

Tampoco soy fan del jazz. Quizá es que nunca lo he experimentado como se debe, en vivo y en directo, pero no lo termino de entender. Hay una cosa aquí y allá que me gusta, pero son las excepciones.

Cuando por fin estudié filosofía en el bachillerato empecé a leerme los libros de la colección de filosofía (que ya había dejado de estar en un lugar prominente del salón). Me habían encantado las clases de filosofía y quería saber más. Empecé por orden. Primero iba "la interpretación de los sueños", de Freud. Es muy largo y me lo leí a pocos entre otros libros. Lo mismo tardé más de un año, pero la verdad es que nunca he dormido mejor ni me he acordado tanto de los sueños. Me gustaba apuntar lo que soñaba e intentar encontrar significados ocultos, pero en realidad no era filosofía.

Después me leí "Así habló Zarathustra" de Nietzsche y me encantó, al menos las dos primeras partes. Envalentonado fui a por el tercero de la serie, "El ser y el tiempo" de Martin Heidegger. Ese nombre me sonaba...

El caso es que me leí un capítulo y no entendí nada. El segundo y tampoco. Él tercero y nada. Ojeé más partes del libro y sólo encontraba definiciones. Decidí pasar del señor Martín, y cogí el siguiente. Me pasó algo muy parecido, así que también me lo salte. Ese y el siguiente. Y el siguiente. Al final intenté buscar entre todos los libros uno que fuera accesible, pero todo fue en vano. Años después lo volví a intentar. Quizá empezando por el principio, por los filósofos griegos cogía una base que luego me permitía entender a los demás. Tampoco fui capaz. Avancé mucho en la Metafísica de Aristóteles, pero lo dejé cuando vi que sólo leía por leer. Lo intenté con otro libro de Nietzsche, pero tampoco pude con él. 

Me quedé con la sensación de que la filosofía no es la ciencia que estudia el conocimiento, sino el arte de perderse en definiciones complejísimas para no tener que responder jamás a ninguna pregunta. Ante la pregunta de "¿cuál es el sentido de la vida?" el buen filósofo contraatacará con tres preguntas como ¿qué es la vida? ¿qué es el sentido? ¿y   Al final creo que me gustaba la historia de la filosofía más que la filosofía.

Concluyendo, las anchoas, el jazz y la filosofía son tres cosas (alguna más habrá) que me gustaría que me gustasen, pero que no me gustan. Sé que lo volveré a intentar, pero ya lo tengo bastante asumido. Puede que sean cosas que quiero que me gusten por el sabor nostálgico que tienen, pero ya he encontrado otras cosas que también lo tienen y sí me gustan, como las aceitunas negras y otras músicas. También puede ser que buscase algo que no era, por ejemplo pensase que me gustase la filosofía y lo que me interesaba era la historia de la filosofía.

Me pregunto si este rollo de intentar que me gusten cosas porque he decidido que me tenían que gustar me pasa a mí sólo, como parte de mi personalidad de viejoven o si es algo relativamente común. Pero bueno, lo importante es madurar y aceptar que estas cosas no tienen importancia.

3 comentarios:

  1. Tres recomendaciones:

    1 - Tosta de anchoas con tomate
    2 - Bertrand Russel
    3 - The Dave Brubeck Quartet - Especialmente Take Five

    Y si no te gusta, ¡no pasa nada! No existe la alta literatura, ni el paladar exquisito. Todos los estilos son válidos, mientras a uno le produzcan una emoción, aunque sea rechazo o confusión.

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  2. Completamente de acuerdo con Edu, muy buenas recomendaciones.

    La conquista de la felicidad de Russel me lo leí hace no mucho y me pareció buenísimo (sobre todo la primera mitad).

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