No puedo terminar este mes bloguero sin una entrada de este estilo, el estilo abuelo cebolleta. Hace tiempo que tengo la sensación de que el mundo está cambiando, a peor. No podía ser de otra forma, si fuera a mejor no sería una historia del abuelo cebolleta. Por lo menos para lo que es el mundo occidental.
Últimamente parece que si algo puede salir mal, saldrá mal. Es quizá una obviedad, en 2020, pero ya tenía la sensación antes. Hoy en día,parece que el populismo es la nueva forma de gobierno. Parece que en política, nada importa, nada tiene consecuencias. La gente ha escogido sus colores tiempo atrás y nada puede hacerle cambiar de opinión. A esto ayudan las redes sociales, con su sesgo de confirmación. En inglés también usan el apropiado término "echo chamber" para referirse a este efecto. Parece que opiniones absurdas y peligrosas se amplifican. Que cualquier grupúsculo puede hacerse fuerte. Que cualquier loco puede encontrar otros locos que le apoyen. Pondría de ejemplo a los terraplanistas, pero sigo pensando que tienen que ser unos maestros del trolleo, que no puede haber gente tan tonta. Por lo visto todavía me queda un pellizco de fe en la humanidad. Y me parece que es más de la que nos merecemos.
En fin, que parece que cada uno se aferra a su opinión y la defenderá hasta la muerte. Y desde este ambiente de crispación, es fácil que esa última frase figurativa se convierta en literal. Tenemos mala memoria y no hemos estudiado bien nuestra historia. También hemos dejado que se imponga en la sociedad una política de censura muy extendida. La obra ya no es lo más importante, lo es la vida moral de el autor y que no se ofenda a absolutamente a nadie, ni siquiera a grupos intolerantes que no deberían ser tolerantes.
Diría que no nos estamos centrando en lo importante. Que estamos enfarragados en luchas absurdas y en otras fraticidas, mientras en otro lado, alguien se frota las manos viendo este desgaste y esperando el momento para asestar el golpe de gracia.
Tampoco quiero caer en la idea de que todo mal que ocurre en el mundo se debe a una serie de mentes criminales que tienen un plan perfectamente trazado. Para nada. La estulticia es una fuerza poderosa en la humanidad, mayor que todos los supervillanos juntos. Pero de lo que sí tengo la sensación es de que el orden mundial puede cambiar y la pandemia va a contribuir mucho a ello.
Por un lado tenemos a los usas, empeñados en mirarse su propio ombligo, desconectarse del resto del mundo, y convertirse en un pez mayor pero en su propia pecera. Si esto sigue así, cuando quieran virar el timón será demasiado tarde. Luego estamos nousaltres, los de la vieja estirpe. Difícil lo tenemos, siendo tal amalgama y mezcolanza. Aunque en el fondo nos unen muchas cosas y nos deberían unir más, sobre todo viendo lo que hay fuera. Viendo que los viejos aliados nos van a fallar y que algunos hermanos nos han traicionado pensando en que solos volarán más lejos.
Los que quedan también es fácil que caigan en esa trampa, en pensar que, como antes dominaban el mundo, pueden seguir haciéndolo. Y esto ocurre después a todos los niveles, según vas bajando. Da igual, el vecino siempre es peor, ya sea el país de al lado, la provincia de al lado o el pueblo de al lado. Nosotros siempre somos mejores y merecemos más.
Pareciera que otros sitios están afrontando todo esto mejor, sacrificando a quien haga falta por el bien común. Y es que, sin llegar a esos extremos (por favor), parece que somos demasiado individualistas. Por no ser capaz de pensar en los demás, por pensar únicamente en mi propio beneficio, estoy haciendo mucho daño. Es verdad que los hay que no tienen otro remedio, pero también los hay que no pueden sacrificar nada, ni un poco, ni siquiera el ocio por los demás. Ni un poco. Diría que nos hemos creído demasiado aquello de que todo el mundo es especial. Nadie mira por los demás y diría que eso nos puede destruir.
No sé cómo será el mundo hacia el que nos dirigimos, pero si sigue así puede ser mucho peor. Quizá para las ovejas sumisas no haya mucha diferencia, pero rápido se nos olvida, una vez más, la historia.
Creo que Pérez Reverte lo expresa muy bien en lo que es, quizá, mi frase favorita.
"Somos gilipollas por encima de nuestras posibilidades".
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