And he destroyed her homeworld.
domingo, 11 de mayo de 2008
martes, 6 de mayo de 2008
Cascos Nuevos
Ayer me compré unos cascos nuevos. Así no me aburriré en el metro. O me aburriré menos. O podré escuchar esas canciones que de vez en cuando resurgen en mi cabeza. Y mucho más práctico que eso, podré intuir la radio en el fútbol (porque en realidad, es imposible escucharla con tanto ruido, a no ser que la pongas tan alta como para perforarte el tímpano).
Eso me hizo recordar, que cuando todavía iba al colegio, una profesora nos preguntó qué nos parecían las personas que iban escuchando música en el metro o en el autobús. Nos dijo que lo que querían era aislarse del mundo, por eso solían llevar la música alta. Después nos preguntó que qué podías hacer en el transporte público para no aburrirte. Además de leer, una de las propuestas era observar a la gente a tu alrededor. Recuerdo decirme a mí mismo que de mayor no sería de los de la música, y que observaría a la gente.
Creo que una de las primeras cosas que hice fue comprarme un mp3, para escuchar música. Eso sí, siempre lo más baja posible, para no dañar mis oídos y para no imponer mis gustos musicales a nadie (costumbre muy fea que cada vez es más común por estos lares). Además casi siempre llevo un sólo casco. Esto tiene un doble objetivo; primero, quedarme sordo como mucho de un oído y segundo no aislarme completamente de mi entorno. ¿Quién sabe la cantidad de cosas interesantes que pueden ocurrir alrededor? Además es práctico si alguien intenta llamarte de lejos o si algún coche te pita. Por otro lado no siempre llevo la música puesta.
Es cierto que observar a la gente alrededor, dentro de un autobús o de un vagón de metro, durante hora y media o dos horas al día es tedioso, y por eso tengo el mp3, pero a veces puedes ver a gente curiosa o quizá escuchar una conversación interesante. Quizá os suene muy raro o profundamente descortés, pero de vez en cuando encuentras una conversación que merece la pena.
Efectivamente, toda esa introducción ha sido porque hoy he escuchado una conversación muy interesante en el autobús. Después de esperar más de quince minutos y haberme arrepentido de no haber cogido el metro, por fin llegó al autobús. No llevaba los cascos nuevos, porque al lado de la carretera es imposible escuchar música, pensando en ponérmelos dentro del autobús. Había mucha gente y quedé situado al lado de dos asientos enfrentados. En uno iba un señor bastante mayor, pero no anciano. Trajeado y con corbata, calvo y un tanto regordete, con aspecto de profesor clásico de universidad. Enfrente, un señor al que todavía se le puede decir joven, vestido elegantemente, pero sin traje, delgado y con gafas, con aspecto de profesor moderno de universidad.
Estaba yo mirando la corbata del señor mayor, cuando acierto a oírle decir algo sobre una conferencia de Ortega y Gasset. La filosofía siempre ha despertado un poco mi curiosidad, así que me puse a escuchar con atención. Hablaba sobre "la concepción vitalista del ser humano", de que en realidad el ser humano se diferencia de los animales, no porque pueda pensar, sino porque puede crear. Usaba un lenguaje que no entendía del todo, pero mientras intentaba decidir si realmente me interesaba llegar a entenderle, el joven dijo que el ser humano se caracteriza también por el lenguaje, pero que es curioso como lo que provocó la creación del lenguaje era la necesidad de contar. Dijo que las matemáticas eran un lenguaje y poco más. Ciertamente las matemáticas son un lenguaje, pero algunos amigos míos se hubiesen molestado por lo de "nada más". El hombre mayor dijo que la distinción entre letras y ciencias era demasiado artificiosa, lo cual hizo que siguiera escuchando con atención.
Durante poco más de veinte minutos hablaron de educación, de la importancia de la curiosidad, de la sociedad moderna y su falta de tiempo, de lectura, de historia, de las celebraciones del dos de mayo, de política y de historia reciente como la RDA, o la revolución de Portugal. No os voy a aburrir con el relato de toda la conversación, ya que no me acordaría y no sería demasiado interesante. Quizá os lo podría haber camuflado como relato, para que mi capacidad para crear una conversación filosófica os dejase completamente aturdidos, pero no hubiera tenido mucho sentido.
¿Y todo esto por qué lo cuento? Primero para reactivar el blog, pero también porque me ha hecho pensar un poco. Es importante pensar, pero sobre todo pensar en cosas interesantes, no sólo en darle vueltas a tonterías. Además me recordaron que el que más tiempo tiene suele ser el que más cosas tiene que hacer.
Por otro lado hace poco pregunté a un par de personas que qué era yo, si listo o sabio, y todas respondieron que sabio. En realidad no creo que lo sea, pero sí sé que me gustaría llegar a serlo. Y para ello el primer paso es escuchar.
Hale.
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