A mi me gustaba el anime.
Pues sí, me gustaba. Lo había olvidado completamente, pero me gustaba. Hace unos meses recordé que me gustaba y me sorprendió. Me sorprendió mucho la forma en la que lo había olvidado.
Hace un año o así me recomendaron un par de series de anime. Me las ví y en general me gustaron. Así que me decidí que podría ver otra. Buscando qué ver, encontré un par de series que había visto. Y luego otra. Y otra. Y otra más. Y más. Y más. De muchas de ellas no me acuerdo más que del título, otras no sé si las vi enteras, pero había visto muchas. Entonces fue cuando me di cuenta de que a mi me gustaba el anime. (Después de otro par de series comprobé que que me sigue gustando.)
¿Por qué me gusta el ánime? No lo sé. Para saberlo habría que empezar definiendo qué es el ánime y no me veo capaz. Tal vez me gusten las historias un poco diferentes que a veces cuentan, tal vez me gusten las ralladas mentales, tal vez simplemente me guste ver dibujos y así tengo una excusa. Tal vez simplemente es que me hipnotizan los colores, el movimiento y los dibujos con ojos grandes.
Me gustan las series de dibujos en general, pero el ánime siempre ha sido especial y no sabría muy bien por qué. Por supuesto no me gusta todo, pero me suele gustar un poco más. No sé si será porque suelen tener un nivel de marcianiadas superior a la media, no sé si será el atractivo de lo extraño, no sé si será porque a veces tratan temas más serios. Pero para temas serios están las series normales, de carne y hueso. No encuentro una explicación satisfactoria. Quizá dé para una entrada en otra ocasión.
Volviendo al tema, me sorprendió mucho el tiempo que le había dedicado y, sobre todo, me sorprendió lo poco que había pensado en ello durante los últimos años. Como, tras tantas horas a mis espaldas, la huella que habían dejado en mí era muy pequeña. O si no era pequeña, por lo menos estaba muy, muy escondida.
Me gustan las series de dibujos en general, pero el ánime siempre ha sido especial y no sabría muy bien por qué. Por supuesto no me gusta todo, pero me suele gustar un poco más. No sé si será porque suelen tener un nivel de marcianiadas superior a la media, no sé si será el atractivo de lo extraño, no sé si será porque a veces tratan temas más serios. Pero para temas serios están las series normales, de carne y hueso. No encuentro una explicación satisfactoria. Quizá dé para una entrada en otra ocasión.
Volviendo al tema, me sorprendió mucho el tiempo que le había dedicado y, sobre todo, me sorprendió lo poco que había pensado en ello durante los últimos años. Como, tras tantas horas a mis espaldas, la huella que habían dejado en mí era muy pequeña. O si no era pequeña, por lo menos estaba muy, muy escondida.
Es inevitable hacerse mayor. Es inevitable tener más responsabilidades y menos tiempo libre, es inevitable crecer y que con el tiempo te interesen otras cosas. Pero es increíble como se puede olvidar casi por completo algo que solía hacer mucho. Por si no me habéis entendido es como si alguien se encontrase haciendo zapping con un partido de rugby y poco a poco, se da cuenta de que se sabe las reglas, de que conoce los equipos. Hasta que se da cuenta de que él solía jugar a este juego.
Me resulta extraño porque hay otras cosas que he ido dejando atrás con el tiempo y no les ha pasado lo mismo. Por ejemplo, ya casi no juego a Magic y dejé el Warhammer. Pero de vez en cuando me acuerdo de ellos, busco alguna noticia a ver cómo han evolucionado o sale de vez en cuando en alguna conversación. Pero no con el anime. No, el anime ha estado ausente de mi cabeza en los últimos años. Me pregunto qué lo hace diferente. Tal vez, simplemente es que no hablaba de ello con nadie.
Ya solamente queda preguntarme qué haré a partir de ahora. ¿Veré más series o dejaré que se me olvide por completo? Últimamente he visto algunas, pero ahora mismo me resultaría raro intentar ver más en los pocos ratos libres que tengo. ¿No tengo otras cosas más importantes o productivas que hacer? ¿No tengo una edad ya y nuevas responsabilidades? Sí, es cierto, pero no debes subestimar el poder del lado oscuro (y único) de la procrastinación. Así que preparaos para un puñado de entradas sobre el tema.