domingo, 29 de junio de 2008

Thompson

 

 

 

     La noche era oscura, las pocas farolas de gas que estaban encendidas apenas permitían intuir las siluetas de las dos figuras que aguardaban a ambos lados de la puerta del garaje. Vestidos con trajes azules con raya gris y sombrero falnqueaban la entrada y ahuyentaban a los curiosos. La figura de la derecha, apoyada contra la pared y el sombrero calado hasta los ojos, no cesaba de lanzar una moneda al aire para recogerla con un rápido movimiento. Hubiera podido pasar por una estatua de piedra, excepto por el movimiento de su brazo derecho. La moneda a veces reflejaba la tenue luz de las farolas, con un destello que recordaba a la luz de un faro que avisa a los barcos que se alejen de allí. La otra figura, más baja, pero mucho más ancha, con el sombrero levantado, oteando el horizonte con sus pequeños ojos mezquinos, las manos en los bolsillos como quien intenta esconder algo.

 

 

     El bajito interrumpió la quietud tensa de la noche.

 

-Oye, pinzas, deja eso, me estás poniendo nervioso.

-Toro, macho, eres un cagao. No pasa nada. No va a pasar nada.

-¿Y si pasa?

-Si viene alguien, le das una toña y lo mandas pá casa. Y si no, tenemos métodos más expeditivos.

-Claro. Además, ¿quién se va a atrever con el Don?

-Claro.

 

Siguieron cada uno con su ritual de guardia nocturna, al ritmo del tintineo de las monedas lanzadas al aire. Pasó una eternidad. Algo interrumpió la rutina de los guardias. Un hombre se acercaba tambaleándose hacia ellos. No se veía bien en la oscuridad, pero parecía un vagabundo cualquiera, borracho y sucio, con la mente ya trastornada. Gritaba canciones soeces. Los guardianes intentaron ignorarlo, pero se les siguió acercando inexorablemente. "Pinzas" guardó la moneda y metió las manos en los bolsillos, tenso como una soga de patíbulo. "Toro" intentó ahuyentarlo, pero sólo consiguió que el vagabundo se echase en sus brazos, con un balbuceo incoherente. Mientras intentaba sacárselo de encima, el desharrapado comenzó a besarle, lo que provocó la risa del otro guardia. Entonces la mirada del extraño cobró intensidad y todo cambió.

 

   Toro se separó del presunto borracho, tambaleándose, dando dos pasos vacilantes hacia atrás, sujetándose el estómago con las dos manos. Se miró una mano, con la expresión de terror que sólo puede producir la visión de la propia sangre. La cara de Pinzas cambió, a la velocidad máxima que puede cambiar una expresión humana de la risa al pánico. Antes de que pudiera articular palabra, una sombra creció en la oscuridad, a su espalda, con una sonrisa de acero, que pasó a morder el cuello del hombre.

 

   Un segundo después había dos bultos en el suelo, y tres sombras, una de las cuales había pretendido ser un borracho. Sin dilación se dirigieron a la puerta del garaje y la abieron completamente. Durante un momento no pasó nada, pero a lo lejos empezó a escucharse el sonido de coches acercándose a gran velocidad. El ruido de las ruedas patinando se convirtió poco a poco en un estruendo que pronto se transoformó en tres coches negros que cruzaron la puerta a gran velocidad. Los coches iban atestados de matones, muchos iban en el exterior del coche, agarrados a las puertas y de pie.

 

    En el centro del garaje había una mesa en la que se estaba celebrando una importante reunión. Los allí presentes sacaron sus pistolas, pero desde los coches les acribillaron con metralletas Thompson. No tuvieron ninguna oportunidad. Los coches se abrieron y salieron los matones. En el garaje sólo se movía un cuerpo. Salió el último ocupante de los coches, el que iba más elegantemente vestido de todos y agarró al moribundo por las solapas.

 

-¡Tú! ¿Por qué...?

-Tsk, tsk, tsk. Billy, me has decepcionado, ha sido demasiado fácil. Preguntas ¿por qué? Es fácil, yo siempre pago mis deudas.

 

  Estiró la mano y uno de sus matones le dió su arma. Se levantó.

 

-Adiós Billy, nos vemos en el infierno.

 

 

   Un sonido como un trueno sin relámpago retumbo en la noche. 

Back?

 

 

    So des ka?

 

           Bueno se han acabado los exámenes  aquí estoy de nuevo, tras una pausa muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuy larga. Quizá demasiado larga. Quizá el blog no se recupere jamás. No tengo ganas de escribir de momento.

 

 

    We'll see

 

 

miércoles, 4 de junio de 2008

The Calling of arms (part one)

Can you hear it?

The tolling of the iron bell calling their people to its knee.

I can hear the calling

The calling of arms

Nested resolutions

 Pues yo iba a escribir este post para febrero, pero mira. Lo de siempre. Bueno, no nos entretengamos en esto, ya se sabe que podría escribi...